17 Y Sísara huyó a pie a la tienda de Jael mujer de Heber ceneo; porque había paz entre Jabín rey de Hazor y la casa de Heber ceneo.
Jueces 4: 17-24
18 Y saliendo Jael a recibir a Sísara, le dijo: Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor. Y él vino a ella a la tienda, y ella le cubrió con una manta.
Es importante destacar que la sociedad está siendo atacada por planes del enemigo, y su principal objetivo es destruir el diseño de Dios para las familias. Desde la escuela aprendimos que la familia es la base de la sociedad, si no hay familias no habrá fundamento en la sociedad, por este motivo, la misma se ha convertido en el blanco de las tinieblas. Sin embargo, este es el tiempo de la iglesia de Cristo, por eso, es oportuno para levantarnos en guerra, pelear y recuperar el control de lo que Dios nos otorgó.
En este sentido, quiero hacer referencia al papel importante, que juega la mujer dentro de la familia. En la creación, cuando el Señor creó a la mujer, expresó la función de ella. En Génesis 2:18 manifiesta: “no es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda.” Esa es la definición más exacta de lo que representa una mujer, es una ayuda y compañera, que guía si es necesario. El Dr. Myles Munroe, escribe al respecto: “la mujer toma todo lo que el hombre tiene y lo amplifica y lo extiende. De esta manera, su liderazgo es efectivo y su visión compartida se convierte en realidad.” Es decir, la mujer mejora todo lo que llega a sus manos.
La Biblia cuenta la historia de una mujer, que estaba comprometida con su familia y dispuesta a pelear por ella con valentía e inteligencia. Estuvo presta a contribuir, no solo para beneficiar a su familia, sino también a las familias de otros pueblos. ¡Qué nivel de compromiso tan alto! No fue indiferente a los ataques del enemigo en contra de otras familias, sino que se añadió para pelear en el ejército a su favor. Me refiero a Jael en el libro de Jueces capítulo 4:17-24.
Jael es una de esas mujeres de la Biblia de quienes no obtenemos muchos detalles o antecedentes. Jueces 4 nos dice que en ese momento, una profetisa llamada Débora juzgaba a Israel y que convocó a un hombre llamado Barak, quien Dios eligió para ser líder del ejército de Israel contra las fuerzas de Jabín.
Jael, esposa de Heber, quien era descendiente de Jetro, el suegro de Moisés, se muda junto a su esposo a una tierra neutral, al parecer su esposo no quería conflictos, y buscaba paz. Esto le hace tener alianza con el enemigo número uno del pueblo de Dios, tomando la decisión de apartarse del pueblo de Dios por la paz, sin medir las consecuencias de que un día esta momentánea paz, se convertiría en su desgracia.
Hoy, como en los tiempos de Jael, algunas familias han decido abandonar la batalla espiritual y adoptaron una actitud de indiferencia, buscando una falsa paz. Si miras a tu alrededor, sabrás que muchas familias están librando batallas increíbles, de las cuales no estamos exentos, si no nos comprometemos a luchar y cooperar con otros en su luchas, el enemigo entrará en nuestros hogares, y seremos vulnerables ante lo que no esperábamos que nos sucediera.
Jael fue una mujer anticipada, que decidió esperar a su enemigo, y usó una estrategia inteligente, pero fuerte para acabar con el problema de raíz. Estamos en constante lucha y no podemos ser indiferentes. Hoy, nuestra mayor batalla es contra el pecado, y al respecto Charles Spurgeon comparó en un sermón a Sísara con el pecado. Él afirmó que: “no deberíamos contentarnos al ver, que nuestros pecados simplemente huyen de nosotros; deberíamos estar listos para perseguirlos, y luego llevarlos a la tierra, muertos, con un clavo, como lo hizo Jael.”
En estos tiempos, El Señor está levantando mujeres como Débora y Jael, para romper los planes del enemigo. Algunas mujeres se han retirado de la batalla espiritual y han negociado con el enemigo, pero lo cierto es que no pueden hacer trato con él, ya que terminarán siendo más esclavos. Es tiempo de que tomes una decisión radical y pelees por tu casa, por tu familia, y por esta sociedad. Cobra ánimo y conquista lo que Dios te ha entregado con firmeza y compromiso.
Pra. Janeth León de Mayorga
IGLESIA CUADRANGULAR MARACAY VI, VENEZUELA.