21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.

Juan 4:4-26

Este capítulo de la biblia nos ubica en un contexto inusual, para la época en la que se desarrolla, porque entre Judíos y Samaritanos, no había buenas relaciones, sin embargo Jesús quien estaba en el pozo de Jacob, descansando del camino, al  llegar  la  mujer  samaritana,  propicia  un  acercamiento  a través  de  una  petición.  “Y  Jesús  le  dijo:  Dame  de  beber”. Rompiendo  de  esta  manera  las  barreras,  por  eso  decide pasar por allí, “Y le era necesario pasar por Samaria”; para cumplir su propósito de buscar y salvar lo que estaba perdido.

Cuando Jesús nos pide algo no es porque lo necesite, es porque va a derribar las estructuras que nos impiden verlo. “Respondió  Jesús  y  le  dijo:  Si  conocieras  el  don  de  Dios  y, quien es el que te dice dame de beber; tú le pedirías y él te daría agua viva.” Ese encuentro muestra el amor de Dios y su presencia, para darle a conocer el plan de salvación para su vida y su familia, este encuentro cambia por completo la cosmovisión de esta mujer, y aunque no logra entender de qué le habla Jesús. Este la confronta con su pecado.

Es necesario que Jesús pase por tu vida y por tu familia, para propiciar un encuentro que cambie tu condición y situación moral,  Jesús  llega  y  son  abiertos  los  ojos  para  que  puedas reconocerle y abrir tu corazón, para llenar cada espacio y darte el agua viva que refresque todo tu ser y Espíritu. Un encuentro que aunque confronta con el pecado, marca la diferencia y tiene por objetivo la salvación y transformación de esta mujer, su familia y de toda una región que era aislada por los judíos.

Jesús conocía el estilo de vida de la mujer samaritana, sabía que su pecado no le permitía ver la luz, al confrontarla con su vida pecaminosa, no la juzgo, le mostró la salida. Ante una búsqueda constante de llenar los vacíos y las necesidades emocionales en lugares equivocados y con actos erróneos como el adulterio, que marca y destruye a las familias. Jesús llega como la oportunidad de transformación para la vida de la mujer samaritana, su familia y sus generaciones futuras.

El Maestro nos señala que a través de él, las cadenas que nos atan al pecado, que es dañino para nuestra vida   y familias, así como las costumbres y  las  tradiciones  que nos separan de su presencia, son rotas y que toda barrera social que pretenda aislarnos de su amor y misericordia es derrumbada por un encuentro reconciliador, que nos llevará al camino correcto y direccionará a nuestras familias, a través de un proceso de arrepentimiento que trae sanidad por medio del perdón y la restauración que trae libertad.

¿Qué estas esperando? Eres valioso para Dios, Jesús te ama  y  conoce  cuanto  vales  y  cuál  es  tu  necesidad,  eres importante  y  hará  de  ti  y  tu  familia,  su  mejor  obra,  hasta convertirte en testimonio e instrumento para llevar las buenas noticias a otros, así como lo hizo con la mujer Samaritana..

“No fuiste salvo para que vayas al cielo solo. Fuiste salvado para que lleves a otras personas allí contigo”. Charles Spurgeon

Pres. William y Marvy de Gonzales

IGLESIA “PODER DE DIOS PARA LAS NACIONES” MEDELLÍN, COLOMBIA