7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
Juan 2:1-12
“Rendirse es una actitud de humildad y amor”
Este maravilloso pasaje hace referencia a como Jesús da inicio a su ministerio evangelistico haciendo un asombroso milagro en una boda. En estos versículos no se habla mucho de los detalles de la boda en sí, ni tampoco de la identidad de los festejados en este caso los novios, pero si del milagro de la transformación del agua en vino que hizo Jesús, y como las circunstancias dieron lugar para que el Maestro pudiera dejar una huella inolvidable en esta celebración.
Cuando dos personas se unen en matrimonio, muchas veces son dos mundos opuestos que llevan en sus hombros, así como las huellas de un pasado familiar que los ha marcado. Al unirse, dos vidas serán llevadas por un proceso de transformación y purificación, donde al principio no faltarán los desacuerdos, desafíos, dudas y lágrimas. Los dos serán puestos en tinajas de barro las cuales simbolizan el proceso de purificación.
Jesús quería mostramos que en toda unión o alianza con propósito, se presentarán diversos problemas y situaciones muy particulares, pero ante las mismas al tomarnos de su mano él vendrá en auxilio, y si ambos cónyuges se mantienen firmes, y confían en él como centro de todo, el resultado final serán dos vidas transformadas y purificadas para su gloria. Deje que Jesús sea el centro de su vida y su matrimonio tendrá, sin duda alguna un ejército que peleará por usted.
Que siga la celebración en nuestros matrimonios.
En este relato de Juan también existe otro aspecto en el que vale la pena reflexionar y es en cuanto al hecho de la celebración de un evento maravilloso como lo es una boda, para el momento “Las Bodas de Cana” en la que una pareja joven se encuentra celebrando su unión a través del matrimonio.
Las bodas judías se caracterizaban por su larga duración y los anfitriones deberían mantener bien atendidos a sus invitados. En las fiestas no podía faltar la música, danza, y alimentos. Mientras los elementos indispensables de la fiesta no se acababan, la celebración podía continuar por días.
En la actualidad los afanes de la vida hacen que el motivo de alegría y regocijo de una pareja poco a poco se desgasten, al punto de que la pareja vea el matrimonio como un deber o compromiso, más que como una celebración, y progresivamente van olvidando las razones, por las que llegaron a enamorarse el uno del otro; hijos, el trabajo, los problemas económicos, tienden a ser los invitados insaciables que poco a poco van consumiendo el alimento, la música, la danza que mantienen el espíritu de celebración y gozo en un matrimonio.
Algo que mi esposa y yo hemos aprendido es que pue- de acabarse todo en nuestro hogar pero hay alguien que no debe faltar en nuestra relación se llama Jesús. Cuando Jesús es el centro de nuestro matrimonio, él es quien puede restablecer lo que hace falta para que la celebración continúe. Este año mi esposa y yo cumplimos 13 años de matrimonios y Jesús siempre ha llenado nuestras vasijas vacías del mejor vino, para que siga la fiesta y la celebración hasta que la muerte nos separe.
Invita a Jesús a que sea el centro de tu relación matrimonial y nunca faltará el vino que trae alegría a los corazones. ¡Que siga la celebración en nuestros matrimonios!
Pres. Rafael y Kenia Melara
IGLESIA CUADRANGULAR NUEVA VISIÓN HUNTINGBURG INDIANA, ESTADOS UNIDOS